EL ÁGUILA
Año I – Núm. 2
Aguilar de Campoo, 20 de mayo de 1914.
Autor: El Chico de la Casa
AGUILAR DE CAMPOO
Fiestas y feria de San Isidro
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La víspera
¡Viva mi Santo Patrono! Grité repetidas veces y todo lo fuerte que me consentía mi garganta, el ver el hermoso día que se nos presentaba, impropio de este país en el mes de mayo. Pues es el caso, que como «por la víspera se conoce el santo» según reza el conocido refrán, me levanté con ganas de holgar y en vez de dedicarme a las ordinarias y rudas tareas, me marché de paseo con el solo y exclusivo objeto de matar el tiempo hasta la hora propicia de ir a la estación a esperar a los famosos dulzaineros contratados.
Estábamos en casa del simpático Bárcena una porción de muchachos, introduciendo en nuestro abdomen el consabido y legítimo vermouth, cuando la campana nos anunció la salida del convoy de la inmediata estación: mano al bolsillo se satisface la contraída deuda al mismo tiempo que entra en agujas el tren majestuosa y lentamente.
¡Aguilar!… ¡Cuatro minutos!
Empieza el ascenso y descenso de https://dream-trading.pe/1xbet-promo-code-and-deposit-bonus los múltiples viajeros. ¿Qué es eso?, ¿se marcha aquella morena?, ¡Adiós, mi vida! ¡Hasta la vuelta! Llegamos a casa de
Constantino y, una vez refrescadas las laringes, golpe al parche y a los acordes de un jacarandoso pasodoble, recorrimos el pueblo hasta dejar alojados convenientemente a los notables dulzaineros de Pampliega.
Creía que iba a resultar demasiado larga la tarde, pero el deber de informar a mis lectores de todo cuanto de notable ocurre, me hizo volver a la estación a presenciar el recibimiento que se hacía a una comisión que llegaba para ultimar detalles relacionados con la estancia en nuestra villa de una colonia escolar de Santander, cuyos pormenores van aparte.
Llegó la noche, esperada con impaciencia por la gente joven. Mientras el monumental carro de brezos, preparado de antemano, era pasto de imponentes llamas, danzaban alegres y numerosas parejas alrededor del artístico kiosko, que ocupaban los citados dulzaineros y desde donde ejecutaban las más armoniosas composiciones de su extenso y variado repertorio.
La animación en la plaza de Luis Polanco –quedamos en que se llama así ¿eh?- era extraordinaria y no cesó hasta media noche, que un poco cansados, nos retiramos todos a descansar, a fin de recuperar fuerzas para el siguiente día.
La festividad
Amaneció el día 15, tan espléndido como el anterior. Las matinales dianas interrumpieron mi plácido sueño, haciéndome abandonar inmediatamente un cómodo
lecho, para acompañar a los amigos en el recorrido que hacían invitando a todo el pueblo a seguir nuestro ejemplo. Más tarde, un momento de descanso, el tiempo preciso para asearse y prepararse para la procesión y la misa.
Tanto una como otra solemnidades religiosas se vieron muy concurridas y el panegírico del Santo, estuvo a cargo de nuestro párroco.
La afluencia de forasteros es grande, en el ferial hay movimiento: buen principio de feria; no hay quien me disuada de que con el tiempo será de las mejores (ferias) que aquí se celebran. La gente moza de estos alrededores, casi sin excepción, vino a presenciar las fiestas, dando la nota característica de buen humor y alegría, peculiar de la comarca.
Celebraron por la tarde los socios de la cofradía de San Isidro, el tradicional banquete en casa de Constantino Toribio; vi las mesas bien puestas y, por llegar
demasiado tarde y permanecer poco tiempo allí, no me enteré del menú, que según me refieren fue bueno de verdad. ¡Lástima de ser aún joven!
La romería en la era de Portazgo, revestía excepcional importancia por la cantidad tan enorme de personas que allí se reunieron.
La temperatura excesiva, que se hacía sentir, fue la causa de que se formase una gran tormenta por la tarde, que descargó a altas horas de la noche. No fue esto obstáculo para que los portales se vieran muy concurridos.
La sociedad recreativa que lleva por título «La Rosa» tuvo abiertas las puertas de su salón desde las primeras horas de la mañana, no decayendo la animación hasta más de media noche, que, rendidos por el exceso de movimiento, nos fuimos a reposar, esperando otra fiesta análoga para repetir estos ratos de expansión, a los que tan aficionado es.
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