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Las fiestas de Cenera

EL ÁGUILA, junio de 1914.

“De fiestas”

 

 

Dulzaineros..-Las fiestas de Cenera celebradas los días 31 de mayo y 1.º de junio del corriente, se vieron muy concurridas por el elemento joven de los inmediatos pueblos, divirtiéndose cuanto quisieron con los medios que para ello les proporcionaron los vecinos del simpático pueblo.

La función celebrada aquí en los mismos días en el barrio del Pozo va decayendo de un modo lamentable, pero aún así se solazaron lo suficiente los aficionados a estas diversiones.

La función de la Santísima Trinidad, celebrada en la calle de Matías Barrio y Mier, antes Portazgo, resultó en extremo animada. Los populares dulzaineros Jacinto y Modesto, de Osorno, ejecutaron las más selectas composiciones de su extenso repertorio, mientras con febril entusiasmo se entregaban a su distracción favorita los aficionados al baile.

Con motivo de esta fiesta vimos por esta villa numerosos forasteros, cuyos nombres no pudo retener mi memoria.

El Niño de la Estaca

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EL ÁGUILAÁguila Imperial.

Año I – Núm. 21

Aguilar de Campoo

30 de noviembre de 1914.

Autor: El Niño de la Estaca

 

El nuevo distribuidor de “EL ÁGUILA”

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Repartidor de periódicos,.-Nos proporcionaron un enorme disgusto los anteriores repartidores al negarse terminantemente a hacer llegar a manos de nuestros abonados y lectores asiduos el anterior número de este periódico, por mor del mal tiempo que padecíamos.

Nada podíamos exigirles; trabajaron hasta entonces gratis et amore y así hubieran continuado si no fuera por los copos blancos que por esta época suelen caer, para aumentar el gasto de combustible y hacer que sintamos un extraordinario cariño por los aparatos productores de calor.

Solucionado el conflicto por aquel día, pensamos en buscar quién, en lo sucesivo, se encargara de realizar tal misión, con la prontitudAguilar Nevado. y ligereza propias del caso, mediante un irrisorio sueldo y una comisión módica en las ventas hechas por su mediación. Muy luego nos acordamos del popularísimo industrial Cesáreo del Valle (a) Pavolo que, además de sentir por nosotros irresistibles simpatías, tiene una potente y bien timbrada voz para pregonar la parte interesante de cada editorial.

Tiene también un hermoso bombo; aquel que utilizó el desdichado Pavolín para anunciar las fiestas de San Juan. Cuando nos parezca oportuno dispondremos de él y vamos a producir tal estruendo que hasta los sordos nos mandarán callar.

Repartidor de periódicos.Cargué con la obligación de tributar este merecido homenaje al popular Pavolo, al que ansío oír vocear: «¡El Águila!» ¡Hoy sí que viene bueno! ¡La erupción que padece D. Simplicísimo por no vernos fenecer! ¡La fuga de de doña Tonterías! ¡Los chanchullos del concejo de las Tuerces! ¡Un descubrimiento en la cueva de la tía Pelegrino! ¡Suscriptores que no pagan!, etc., etc.

¡Pobre Cesáreo! Como la boca y la garganta sufrirán los efectos de la clamorosa propaganda que hagas de
nosotros, te invito –si quedo contento de tu trabajo- a remojar y refrescar las fauces en el ambigú de «La Rosa», donde te espero comiendo un churro, y levantando después las copas, que contendrán algún estimulante líquido, brindaremos por las prosperidades que a «El Águila» y a su nuevo repartidor va a proporcionar la mutua cooperación. ¡Salud!

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Se casan

EL AGUILA, septiembre de 1914.

Ecos de sociedad

Enlace matrimonial

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          Plaza y Colegiata de Aguilar en día de lluvia El sábado último se verificó en nuestro templo parroquial el matrimonio de la señorita Carmen Polanco y Polanco con don Vicente Pérez de la Fuente.

            Fueron apadrinados los contrayentes por la señorita María Polanco, hermana de la novia, y don Antonio Pérez, hermano del novio y compañero nuestro.

           Vestían la novia y la madrina de negro por reciente luto, y el novio, el padrino y muchos asistentes, de rigurosa etiqueta.

            La boda se celebró en familia, no obstante se reunieron sesenta comensales, que fueron obsequiados con un excelente banquete preparado por el «Hotel Comercio» y servido en los amplios salones de la casa solariega de los señores Polanco.

            En el tren-correo de la noche salieron los recién casados para Madrid; y después de visitar las más importantes capitales, fijarán su residencia en Pamplona.

            Les deseamos una eterna luna de miel.

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EL ÁGUILAAguila volando sobre el agua

Año II – Núm. 26

Aguilar de Campóo, 20 de enero de 1915.

Autor: Álvaro Pérez Llanos

 

La salubridad e higiene públicas

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Vehículo de desinfecciónLos pueblos a la moderna disfrutan en la actualidad de sanas, amplias y aireadas calles, magníficos paseos y floridos jardines, repleto arbolado de utilidad y de adorno, hermosas plazas y cómodos y bien orientados edificios. Se procura dotarlos de abundantes aguas potables, tanto para los usos de la alimentación como para el aseo personal y lavado de ropas, enseres y demás necesarios a una decente e higiénica limpieza general.

        Por si esto no fuera bastante, se dispone en aquéllos de numerosas bocas y mangas de riego, para en las épocas de grandes calores regar con frecuencia las calles para librar a los vecinos y transeúntes del malsano polvo que las brisas de aire levantan de continuo, y tan perjudicial suele ser a la salud. Además se hallan previstas de bombas y material necesario para acudir prontamente en casos de incendio. Disponen de máquinas y aparatos de desinfección para los casos de defunción causados por enfermedades infecciosas, saneando la casa o casas en las que aquellos tuvieron efecto, con lo cual se evita la inminencia del contagio.

        No diré que nuestro pueblo se halle huérfano de todos y cada uno de estos adelantos que la ciencia aconseja, y de Boca de riegolos que tan brillantes resultados se obtienen para la reducción de la mortalidad. Pero, fijándome solo en el último de estos puntos, o sea, en el referente a las estufas de desinfección, voy a permitirme unas cuantas ligeras observaciones acerca de la utilidad y conveniencia de la adquisición de una de estas máquinas, si queremos que nuestra querida villa se ponga al nivel de las mejores poblaciones de su orden en cuanto con la higiene y salubridad se relaciona.

        Vengo observando que, de algún tiempo a esta parte, las enfermedades infecciosas son cada día más frecuentes y alcanzan cada vez mayores proporciones, sumiendo en el lecho del dolor a mayor número de habitantes. Igual puede decirse de toda clase de enfermedades crónicas, más o menos contagiosas, la tuberculosis pulmonar, laríngea, articular, cáncer de estómago, etc., etc. ¿No será causa de este recrudecimiento la poca limpieza, la falta de higiene en los predios urbanos donde la defunción se realiza o la enfermedad existe? Los remedios del azufrado o la lechada de cal, ¿son suficientes para que el germen de la infección desaparezca para siempre en aquellas casas donde el mal tiene asiento?

       Bombero Se dan casos donde, por la carencia de medios naturales, vemos con frecuencia que individuos de una familia, donde un ser querido fallece de alguna de las indicadas dolencias, tienen necesariamente que hacer uso de la habitación donde el óbito ha tenido efecto, por carecer de otras dependencias en lo reducido de su local. Hay algunos también en que se hace preciso ocupar hasta el lecho del finado. En tales condiciones nada tiene de extraño que el microbio de la enfermedad haga presa en el desgraciado que tan locamente invade sus perniciosos dominios.

        Hay otros en que aún picada y blanqueada la habitación donde la defunción se efectuó, la ocupan de nuevo los herederos sin estar previamente seca y en condiciones de poder habitarla; y en tal caso el remedio es peor que la enfermedad. ¡Pobre del incauto que hace uso o abuso de tamaño desafuero! Algún día, no lejano desgraciadamente, se quejará de agudos dolores producidos por el reuma, o será víctima de aguda dolencia!

        Tales inconvenientes, nada -en mi concepto- tendrían de fáciles si el pueblo dispusiera de una moderna estufa de Farmacia antiguadesinfección; y una vez sacado el cadáver de la casa mortuoria, se procediera, quiéralo o no el dueño de la finca, a la inmediata desinfección de aquellas habitaciones, ropas y enseres pertenecientes al finado. Que la estufa de desinfección es de una necesidad apremiante pudieran certificarlo mejor que yo, profano en la materia, nuestros Doctores, D. Domiciano Matanza y D. Alejo Millán, médicos, y D. Leoncio Doncel y D. Domingo Millán, farmacéuticos. Yo emplazo amistosamente a estos queridísimos convecinos para que en estas mismas columnas estampen sus luminosas y científicas orientaciones acerca de tan importante tema. Con ello, a la par que honran al Decenario, prestarán un singular servicio al pueblo en que vivimos. Si la estufa de desinfección no es de urgente necesidad, si los señores a quienes aludo no la conceden importancia suma, yo confesaré ingenuamente mi error, y lamentaré haberme entrometido en un asunto ajeno a mi profesión, en el que, desde luego, declaro mi absoluta incompetencia.

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El Arzobispo de Oviedo, don Jesús Sanz Montes, tras el triste fallecimiento de la cantante Whitney Houston, el día 10 de febrero de 2012, le dedicó una bellísima  y sentida carta pastoral, que reproduzco a continuación como recuerdo inolvidable de esta extraordinaria cantante.

Whitney Houston: una voz admirable y enmudecida

Jesús Sanz Montes

15/02/2012 – Carta semanal del Arzobispo de Oviedo

Queridos hermanos y amigos: paz y bien.

Cada día mueren miles y miles de personas, y porque la muerte forma parte paradójicamente de la vida, no nos solemos sobresaltar por el dato. Salvo que la esquela lleve un nombre de alguien cercano o querido, porque entonces la muerte nos enseña su zarpa y deja marcado el rasguño de su impostura en nuestras entrañas. Pero hay también, de vez en cuando, muertes que podríamos llamar “emblemáticas”, muertes que nos sobrecogen por su absurdo más imprevisto, más impensable y menos de recibo. No es el caso de un accidente o una enfermedad, sino el haberse dejado morir cuando parecía que todo conspiraba para poder seguir viviendo.

Estos días atrás nos hemos enterado del fallecimiento de una cantante famosa: Whitney Houston. La belleza de su voz tan llena de fuerza y de talento, bien encajada en su hermosura encantada, hubiera asegurado una vida no sólo premiada, sino serena y gozosa, con todo cuanto se podría en principio tener para vivir dichosamente la existencia. Quien fuera una de las más importantes cantantes de gospel y de música pop y soul durante varias décadas, de pronto ha enmudecido su voz para siempre y ha quebrado su cuerpo hundido en un naufragio de bañera.

Vienen a la memoria otros casos de personajes que por mil razones han malogrado su vida, no como desesperado desenlace de tenerlo todo al revés y cuesta arriba, sino como fruto de no saber dar con lo que permite ver las cosas y vivirlas de un modo agradecido, gratuito, de no haber encontrado lo que no cabe en una cuenta bancaria, en un éxito de popularidad, en unos dones naturales de excepción. 

Las fotografías que han circulado en estos días sobre Whitney Houston contrastan entre la sonrisa glamourosa de alguien aparentemente feliz y afortunada, con el rictus de dolor, de desvarío, de carcoma, que los desamores, los infortunios, el alcohol y las drogas terminaron por dibujar fatalmente.

No dejamos de conmovernos por tan triste deriva. Rezamos por esta mujer y pedimos para que su encuentro con Dios sea un estreno eterno con la belleza que jamás se marchita, ni traiciona, ni destruye, sino que cumple del todo y para siempre la felicidad para la que también ella fue pensada, fue creada, fue esperada y redimida.

Dios acoge y escucha nuestros gritos y plegarias, los que logramos expresar con serena piedad y los que lanzamos a los vientos sin saber que los dirigimos a quien sólo nos puede escuchar sin engaño. El Papa recordaba recientemente cómo el salmista reza “«Dios mío, de día te grito, y no respondes; de noche, y no me haces caso. Porque tú eres el Santo y habitas entre las alabanzas de Israel» (Sal 22, 3-4). El salmista habla de «grito» para expresar ante Dios, aparentemente ausente, todo el sufrimiento de su oración: en el momento de angustia la oración se convierte en un grito. Y esto sucede también en nuestra relación con el Señor: ante las situaciones más difíciles y dolorosas, cuando parece que Dios no escucha, no debemos temer confiarle a él el peso que llevamos en nuestro corazón, no debemos tener miedo de gritarle nuestro sufrimiento; debemos estar convencidos de que Dios está cerca, aunque en apariencia calle”.

Cada mañana volvemos a comenzar la aventura de una jornada todavía no escrita. Lo podemos hacer siendo rehenes de nuestros fantasmas, de nuestras deudas y fracasos, de nuestros escepticismos y nuestras trampas. Esto nos llevará a vivir las cosas con una insoportable fatiga, abrumadora, que nos irá empujando a buscar sucedáneos falsos con los que evadirnos, engañándonos en la quimera de cada mentira. Pero también podemos comenzar el día sabiéndonos pobres, mendigos, incapaces de cambiar siquiera el mundo que tenemos bajo los pies. Y no obstante, sabernos mirados por Dios, queridos y esperados por Él, que acompaña cada paso, enjuga cada lágrima y brinda por cada sonrisa. 

La cantante Houston se preguntaba en una canción ¿cómo podría conocer? (How Will I Know), y esto es lo que a tientas ha ido buscando de tumbo en tumbo. Pero hay Alguien más grande que nuestras torpezas o extravíos que nos conoce y que sale a nuestro encuentro. Es el Amor más grande de todos (Greatest Love Of All), como ella también cantó. Ella corrió hacia Él (Run to You) a pesar de sus notas fallidas. Su concierto eterno ha comenzado. Descanse en paz.

Recibid mi afecto y mi bendición.

+ Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo 

Los Quintos

EL ÁGUILAÁguila Imperial.

Año II – Núm. 25

Aguilar de Campóo, 10 de enero de 1915.

Autor: Antonio Pérez de la Fuente

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LOS QUINTOS

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Quintos del 69La tiranía de la ley arranca lo mejor de cada casa y lleva a los muchachos a prestar un servicio arduo y penoso, poniendo en los ojos de las madres una lágrima de dolor.

Si faltan brazos para trabajar la hacienda de la familia, la ley no lo ve, o no quiere verlo; si se derrumba un hogar, ¡que se derrumbe!, a falta de otra cosa los escombros pagarán el tributo.

En esto pocos piensan el día que se van los quintos, ¡si pensasen! Sólo se acuerdan los padres, generalmente ancianos, y esas chicas que ahora tardan más que antes en volver a casa con los recados, porque el novio, el quinto, exige que las entrevistas sean más largas… porque acaso ve en su imaginación que son las últimas.

Aguilar de Campoo. Fiesta de San Isidro labrador

¡Qué tristes se quedan las pobrecitas chicas! Los primeros días son insoportables, hasta en el salón de baile las notas del organillo tienen para ellas sonido de melancolía, ¡esas notas que antes alegraban dos corazones hermanos!

Cuánto darían ellas por tener ya un retrato con los colorines del uniforme; y así se repite la eterna canción…

La alegría de la marcha desaparece tan pronto como el tren los aleja de los campos que cultivaban con sus manos.

Después viene el pensar en esas tierras en las cuales han dejado a sus padres, a sus abuelos, a sus hermanos, la salud y la vida sin poder ahorrar al fin de la jornada ni una maldita peseta porque trabajaban para otro, y ahora que ellos eran la ayuda tienen que marchar sin que sepan cuando van a volver.

Quintos del 63 - Barruelo Los quintos en el pueblo son una nota de alegría, son los bien queridos de todos; porque van a refrescar el cerebro fuera del hogar, porque pueden quedarse allá para siempre.

        En la capital de la provincia son algo que provoca la risa porque van en grupos; porque su traje dice bien claro que vienen del pueblo. Y las gentes imbéciles, inconscientes, les ríen en la faz como si no fueran los mismos a quienes admiran pocos días después con un raro indumento.

        No pierdan ellos del pensamiento a su pueblo, y si por esas poblaciones aprende cada uno lo que es y lo que vale, puede venir satisfecho, que el mundo marcha y puede que la tierra le haga la justicia, siendo suya, de remunerarle los alquileres que pagó cuando trabajaba para otro y su única alegría era el canto gracioso de los burlapastores en el tomillar.

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EL ÁGUILAAguila sobre montañas nevadas

Año II – Núm. 25

Aguilar de Campóo, 10 de enero de 1915.

Autor: Un espectador de la fila octava

 

FUNCIÓN DE  TEATRO EN AGUILAR

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Resulta, cuando menos, emotivo leer en una pequeña crónica sobre una función de teatro, en un periódico de hace 100 años, EL ÁGUILA, y encontrarse con el hecho de que una de las actrices fue pariente del editor de este blog. Tal es el caso de Alberta Martínez, hermana de mi padre Asperino Martínez e hija de mi abuelo, el fundador y director del periódico, Asperino Martínez y Rodríguez.

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CRÓNICA

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Reportero..Me dirigía a presenciar la función que se celebra en nuestro teatro, cuando fui abordado por un redactor de este periódico, cuyo nombre no hace al caso, y con palabras convincentes me rogó que hiciese una reseña, corta o larga, de cuanto allí ocurriese, ya que «El Águila» no tenía más remedio que referir las habilidades de los encargados de interpretar las obras anunciadas, y él se veía en la imposibilidad de asistir por no haber sido invitado y no querer gastarse 75 céntimos para ocupar una incómoda localidad.

Y por obra y gracia de la casualidad –según dijo aquí un tal Godofredo- me transformé en reporter y contaré con ingenuidad cuanto allí vi.

«Alto el fuego» era la primera obra anunciada. La señorita Pura López interpretó magistralmente su difícil papel,Escena de teatro derrochando arte, gracia y desenvoltura; muy bien estuvo Inés Rodríguez y también bien los señores Gutiérrez (M.), Arce Ruiz y García.

Se estrenó a continuación la bonita comedia titulada «Los martes de las de Gómez», en cuya interpretación se distinguieron las señoritas Alberta Martínez, Felicitas Herrero, Pura López, Inés Rodríguez y Micaela Vielva, y los señores Pérez de la Fuente, Lobera, Doncel Gutiérrez (M. y A.) Ruiz, Arce y García.

Para fin de fiesta, el redactor de este periódico don Antonio Pérez d e la Fuente, representó el bonito monólogo titulado «Yo amo, tú amas…», y teniendo en cuenta el poco tiempo de que dispuso para su preparación, imposible era sacar más partido de tan complicada obrita.

Unánimes aplausos sonaban al terminar cada representación en prueba del agrado del numeroso público que llenaba por completo el local.

Vaya mi felicitación sincera para el Director don Antonio Fernández, y si esto no está bien, perdonad a

Un espectador de la fila octava

 

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