Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for the ‘El Águila’ Category

Los “Tirapiedras”

EL ÁGUILA / Año I – Núm. 3 /Aguilar de Campóo, 30 de mayo de 1914.

  

Carta al señor Alcalde

_____

 

Repartidor de periódicos,.-Señor Alcalde:

¿No es posible poner coto a los destrozos que causan los mozalbetes con los peligrosos y en todas partes prohibidos tirapiedras? He oído lamentarse a personas respetables de los daños que ocasionan en algunos edificios, particularmente en la iglesia, y dice muy poco en favor de nuestra cultura la aversión que por las plantas y los pájaros sienten los chicos que usan y abusan de tales artefactos, llegando a insultar groseramente a quien se aventura a reprenderlos por sus perversos instintos. Proceda contra ellos señor Alcalde y todos los vecinos se lo agradecerán.

Al mismo tiempo le suplico en nombre de los asiduos concurrentes al hermoso paseo de «Los Idilios» -antes Cascajera– que haga desaparecer las abundantes piedras que existen; creo no sería costoso complacerles y recobraría pronto aquel ameno paraje la animación que siempre tuvo.

Anónimo

****

Read Full Post »

EL ÁGUILAÁguila Imperial.

Año I – Núm. 21

Aguilar de Campoo

30 de noviembre de 1914.

Autor: El Niño de la Estaca

 

El nuevo distribuidor de “EL ÁGUILA”

____

 

Repartidor de periódicos,.-Nos proporcionaron un enorme disgusto los anteriores repartidores al negarse terminantemente a hacer llegar a manos de nuestros abonados y lectores asiduos el anterior número de este periódico, por mor del mal tiempo que padecíamos.

Nada podíamos exigirles; trabajaron hasta entonces gratis et amore y así hubieran continuado si no fuera por los copos blancos que por esta época suelen caer, para aumentar el gasto de combustible y hacer que sintamos un extraordinario cariño por los aparatos productores de calor.

Solucionado el conflicto por aquel día, pensamos en buscar quién, en lo sucesivo, se encargara de realizar tal misión, con la prontitudAguilar Nevado. y ligereza propias del caso, mediante un irrisorio sueldo y una comisión módica en las ventas hechas por su mediación. Muy luego nos acordamos del popularísimo industrial Cesáreo del Valle (a) Pavolo que, además de sentir por nosotros irresistibles simpatías, tiene una potente y bien timbrada voz para pregonar la parte interesante de cada editorial.

Tiene también un hermoso bombo; aquel que utilizó el desdichado Pavolín para anunciar las fiestas de San Juan. Cuando nos parezca oportuno dispondremos de él y vamos a producir tal estruendo que hasta los sordos nos mandarán callar.

Repartidor de periódicos.Cargué con la obligación de tributar este merecido homenaje al popular Pavolo, al que ansío oír vocear: «¡El Águila!» ¡Hoy sí que viene bueno! ¡La erupción que padece D. Simplicísimo por no vernos fenecer! ¡La fuga de de doña Tonterías! ¡Los chanchullos del concejo de las Tuerces! ¡Un descubrimiento en la cueva de la tía Pelegrino! ¡Suscriptores que no pagan!, etc., etc.

¡Pobre Cesáreo! Como la boca y la garganta sufrirán los efectos de la clamorosa propaganda que hagas de
nosotros, te invito –si quedo contento de tu trabajo- a remojar y refrescar las fauces en el ambigú de «La Rosa», donde te espero comiendo un churro, y levantando después las copas, que contendrán algún estimulante líquido, brindaremos por las prosperidades que a «El Águila» y a su nuevo repartidor va a proporcionar la mutua cooperación. ¡Salud!

******

Read Full Post »

La salubridad e higiene públicas

EL ÁGUILAAguila volando sobre el agua

Año II – Núm. 26

Aguilar de Campóo, 20 de enero de 1915.

Autor: Álvaro Pérez Llanos

 

La salubridad e higiene públicas

­­­­­­­­___

Vehículo de desinfecciónLos pueblos a la moderna disfrutan en la actualidad de sanas, amplias y aireadas calles, magníficos paseos y floridos jardines, repleto arbolado de utilidad y de adorno, hermosas plazas y cómodos y bien orientados edificios. Se procura dotarlos de abundantes aguas potables, tanto para los usos de la alimentación como para el aseo personal y lavado de ropas, enseres y demás necesarios a una decente e higiénica limpieza general.

        Por si esto no fuera bastante, se dispone en aquéllos de numerosas bocas y mangas de riego, para en las épocas de grandes calores regar con frecuencia las calles para librar a los vecinos y transeúntes del malsano polvo que las brisas de aire levantan de continuo, y tan perjudicial suele ser a la salud. Además se hallan previstas de bombas y material necesario para acudir prontamente en casos de incendio. Disponen de máquinas y aparatos de desinfección para los casos de defunción causados por enfermedades infecciosas, saneando la casa o casas en las que aquellos tuvieron efecto, con lo cual se evita la inminencia del contagio.

        No diré que nuestro pueblo se halle huérfano de todos y cada uno de estos adelantos que la ciencia aconseja, y de Boca de riegolos que tan brillantes resultados se obtienen para la reducción de la mortalidad. Pero, fijándome solo en el último de estos puntos, o sea, en el referente a las estufas de desinfección, voy a permitirme unas cuantas ligeras observaciones acerca de la utilidad y conveniencia de la adquisición de una de estas máquinas, si queremos que nuestra querida villa se ponga al nivel de las mejores poblaciones de su orden en cuanto con la higiene y salubridad se relaciona.

        Vengo observando que, de algún tiempo a esta parte, las enfermedades infecciosas son cada día más frecuentes y alcanzan cada vez mayores proporciones, sumiendo en el lecho del dolor a mayor número de habitantes. Igual puede decirse de toda clase de enfermedades crónicas, más o menos contagiosas, la tuberculosis pulmonar, laríngea, articular, cáncer de estómago, etc., etc. ¿No será causa de este recrudecimiento la poca limpieza, la falta de higiene en los predios urbanos donde la defunción se realiza o la enfermedad existe? Los remedios del azufrado o la lechada de cal, ¿son suficientes para que el germen de la infección desaparezca para siempre en aquellas casas donde el mal tiene asiento?

       Bombero Se dan casos donde, por la carencia de medios naturales, vemos con frecuencia que individuos de una familia, donde un ser querido fallece de alguna de las indicadas dolencias, tienen necesariamente que hacer uso de la habitación donde el óbito ha tenido efecto, por carecer de otras dependencias en lo reducido de su local. Hay algunos también en que se hace preciso ocupar hasta el lecho del finado. En tales condiciones nada tiene de extraño que el microbio de la enfermedad haga presa en el desgraciado que tan locamente invade sus perniciosos dominios.

        Hay otros en que aún picada y blanqueada la habitación donde la defunción se efectuó, la ocupan de nuevo los herederos sin estar previamente seca y en condiciones de poder habitarla; y en tal caso el remedio es peor que la enfermedad. ¡Pobre del incauto que hace uso o abuso de tamaño desafuero! Algún día, no lejano desgraciadamente, se quejará de agudos dolores producidos por el reuma, o será víctima de aguda dolencia!

        Tales inconvenientes, nada -en mi concepto- tendrían de fáciles si el pueblo dispusiera de una moderna estufa de Farmacia antiguadesinfección; y una vez sacado el cadáver de la casa mortuoria, se procediera, quiéralo o no el dueño de la finca, a la inmediata desinfección de aquellas habitaciones, ropas y enseres pertenecientes al finado. Que la estufa de desinfección es de una necesidad apremiante pudieran certificarlo mejor que yo, profano en la materia, nuestros Doctores, D. Domiciano Matanza y D. Alejo Millán, médicos, y D. Leoncio Doncel y D. Domingo Millán, farmacéuticos. Yo emplazo amistosamente a estos queridísimos convecinos para que en estas mismas columnas estampen sus luminosas y científicas orientaciones acerca de tan importante tema. Con ello, a la par que honran al Decenario, prestarán un singular servicio al pueblo en que vivimos. Si la estufa de desinfección no es de urgente necesidad, si los señores a quienes aludo no la conceden importancia suma, yo confesaré ingenuamente mi error, y lamentaré haberme entrometido en un asunto ajeno a mi profesión, en el que, desde luego, declaro mi absoluta incompetencia.

* * * *

Read Full Post »

Los Quintos

EL ÁGUILAÁguila Imperial.

Año II – Núm. 25

Aguilar de Campóo, 10 de enero de 1915.

Autor: Antonio Pérez de la Fuente

.

LOS QUINTOS

______

Quintos del 69La tiranía de la ley arranca lo mejor de cada casa y lleva a los muchachos a prestar un servicio arduo y penoso, poniendo en los ojos de las madres una lágrima de dolor.

Si faltan brazos para trabajar la hacienda de la familia, la ley no lo ve, o no quiere verlo; si se derrumba un hogar, ¡que se derrumbe!, a falta de otra cosa los escombros pagarán el tributo.

En esto pocos piensan el día que se van los quintos, ¡si pensasen! Sólo se acuerdan los padres, generalmente ancianos, y esas chicas que ahora tardan más que antes en volver a casa con los recados, porque el novio, el quinto, exige que las entrevistas sean más largas… porque acaso ve en su imaginación que son las últimas.

Aguilar de Campoo. Fiesta de San Isidro labrador

¡Qué tristes se quedan las pobrecitas chicas! Los primeros días son insoportables, hasta en el salón de baile las notas del organillo tienen para ellas sonido de melancolía, ¡esas notas que antes alegraban dos corazones hermanos!

Cuánto darían ellas por tener ya un retrato con los colorines del uniforme; y así se repite la eterna canción…

La alegría de la marcha desaparece tan pronto como el tren los aleja de los campos que cultivaban con sus manos.

Después viene el pensar en esas tierras en las cuales han dejado a sus padres, a sus abuelos, a sus hermanos, la salud y la vida sin poder ahorrar al fin de la jornada ni una maldita peseta porque trabajaban para otro, y ahora que ellos eran la ayuda tienen que marchar sin que sepan cuando van a volver.

Quintos del 63 - Barruelo Los quintos en el pueblo son una nota de alegría, son los bien queridos de todos; porque van a refrescar el cerebro fuera del hogar, porque pueden quedarse allá para siempre.

        En la capital de la provincia son algo que provoca la risa porque van en grupos; porque su traje dice bien claro que vienen del pueblo. Y las gentes imbéciles, inconscientes, les ríen en la faz como si no fueran los mismos a quienes admiran pocos días después con un raro indumento.

        No pierdan ellos del pensamiento a su pueblo, y si por esas poblaciones aprende cada uno lo que es y lo que vale, puede venir satisfecho, que el mundo marcha y puede que la tierra le haga la justicia, siendo suya, de remunerarle los alquileres que pagó cuando trabajaba para otro y su única alegría era el canto gracioso de los burlapastores en el tomillar.

******

Read Full Post »

Función de teatro en Aguilar

EL ÁGUILAAguila sobre montañas nevadas

Año II – Núm. 25

Aguilar de Campóo, 10 de enero de 1915.

Autor: Un espectador de la fila octava

 

FUNCIÓN DE  TEATRO EN AGUILAR

_____

Resulta, cuando menos, emotivo leer en una pequeña crónica sobre una función de teatro, en un periódico de hace 100 años, EL ÁGUILA, y encontrarse con el hecho de que una de las actrices fue pariente del editor de este blog. Tal es el caso de Alberta Martínez, hermana de mi padre Asperino Martínez e hija de mi abuelo, el fundador y director del periódico, Asperino Martínez y Rodríguez.

.

CRÓNICA

____

Reportero..Me dirigía a presenciar la función que se celebra en nuestro teatro, cuando fui abordado por un redactor de este periódico, cuyo nombre no hace al caso, y con palabras convincentes me rogó que hiciese una reseña, corta o larga, de cuanto allí ocurriese, ya que «El Águila» no tenía más remedio que referir las habilidades de los encargados de interpretar las obras anunciadas, y él se veía en la imposibilidad de asistir por no haber sido invitado y no querer gastarse 75 céntimos para ocupar una incómoda localidad.

Y por obra y gracia de la casualidad –según dijo aquí un tal Godofredo- me transformé en reporter y contaré con ingenuidad cuanto allí vi.

«Alto el fuego» era la primera obra anunciada. La señorita Pura López interpretó magistralmente su difícil papel,Escena de teatro derrochando arte, gracia y desenvoltura; muy bien estuvo Inés Rodríguez y también bien los señores Gutiérrez (M.), Arce Ruiz y García.

Se estrenó a continuación la bonita comedia titulada «Los martes de las de Gómez», en cuya interpretación se distinguieron las señoritas Alberta Martínez, Felicitas Herrero, Pura López, Inés Rodríguez y Micaela Vielva, y los señores Pérez de la Fuente, Lobera, Doncel Gutiérrez (M. y A.) Ruiz, Arce y García.

Para fin de fiesta, el redactor de este periódico don Antonio Pérez d e la Fuente, representó el bonito monólogo titulado «Yo amo, tú amas…», y teniendo en cuenta el poco tiempo de que dispuso para su preparación, imposible era sacar más partido de tan complicada obrita.

Unánimes aplausos sonaban al terminar cada representación en prueba del agrado del numeroso público que llenaba por completo el local.

Vaya mi felicitación sincera para el Director don Antonio Fernández, y si esto no está bien, perdonad a

Un espectador de la fila octava

 

******

Read Full Post »

Leyenda de la “Virgen de Viarce”

Aguila volando sobre montañas nevadasEL ÁGUILA

 Año I – Núm. 11 

Aguilar de Campóo, 20 de agosto de 1914.

Autor: A. Pérez Llanos

.

Don Matías Barrio y Mier, poeta.

___

Leyenda de “La Virgen de Viarce”

.

La Virgen de Viarce

La Virgen de Viarce

Vamos a ocuparnos en este segundo artículo referente al notable personaje que encabeza estas líneas, de sus composiciones poéticas «Romance y Salve» dedicadas a «Nuestra Señora de Viarce», imagen que hoy se venera con singular devoción en la iglesia parroquial de Redondo, en esta provincia.

         Detallada en la forma en que describe los paisajes en que se desarrollan las acciones de «La Venganza del Conde» y «La despoblación de Carracedo», de que hablamos en el número correspondiente al día 20 de pasado julio; pero en la Historia de «La Virgen de Viarce» supera con ventaja notoria la galanura de dicción y la prolijidad de detalles a cuanto en citadas composiciones pone de relieve con singular destreza. Leyendo despacio el Romance, parece estar como presente en los parajes todos que cita con pasmosa erudición y conocimiento exactísimo de la escena. Es un fiel retrato de los lugares en que el milagroso hecho tiene efecto.

Lugar de la Leyenda del Moro

Lugar de la Leyenda del Moro

        Reinando el rey Alfonso XI, cierto noble de Pernía hace prisionero a un hijo del Islam. No teniendo otra ocupación que asignarle, se le encomienda el cuidado de las reses que su dueño y señor posee. Llora el cautivo moro alejado de la hermosa tierra andaluza, su patria nativa o adoptiva, donde pasaba alegremente la vida dedicado al noble ejercicio de las armas. Acosado un día de caluroso estío por ardorosa sed, marcha en dirección a una fuente clara y cristalina que existe escondida en el fondo de una cueva cercana al lugar en que pasta el ganado que guarda. Al llegar a la fuente ¡oh prodigio! se le aparece la Virgen Madre, dulce y sonriente, y con voz sonora e inteligible le señala la fuente en que ha de apagar su sed abrasadora. Una vez saciada esta necesidad, le aconseja vuelva a casa de sus amos y le exhorta marche los antes posible a Roma, para que en la capital del orbe cristiano reciba las aguas del bautismo regresando tan pronto vea esto realizado a esta comarca, donde quiere se la tribute honra y culto, formando al efecto una comunidad religiosa dedicada ex profeso a este fin. Esto dicho la celestial visión desaparece, dejando al mahometano perplejo y sin acertar a moverse del punto en que la divina entrevista ha tenido lugar. Desde aquella remota época, la fuente se denomina «Fuente de la Virgen», tomando también las peñas donde aquella nace, el nombre de «Peñas del Moro».

         Vacila la fe en Mahoma que el moro siente, y la luz de la verdad y de la vida, de la que hasta entonces con horror huyera, penetra y se enseñorea en su alma. Vuelve presuroso a casa de los amos y les da sucinta cuenta de todo lo acontecido. Éstos le conceden el permiso que solicita e inmediatamente sale para Roma.

Santa María de Redondo

Santa María de Redondo

        Después de muchas fatigas y trabajos llega a la capital pontificia: el papa Juan XXII le concede la audiencia tan ardientemente deseada y, una vez conocida la misión que el moro trae a su presencia, nombra un prudente religioso que le sirva de catequista. Éste, conocido con el nombre de fray Álvaro, le instruye en las verdades eternas y lo bautiza por mandato del Santo Padre imponiéndole en la pila bautismal el nombre de Juan. Da el neófito al olvido su abolengo morisco, y desde aquel instante a su nombre de pila se le asigna el apellido «de la Peña».

         Vuelto el moro a Pernía, corre presuroso a la cueva de la fuente y buscando ansioso, por inspiración divina, encontró una preciosa imagen de la Virgen María que seiscientos años antes había sido escondida por los cristianos temerosos de la irrupción berberisca. Esta milagrosa imagen es la misma que hoy se contempla y venera en la iglesia parroquial de Redondo. Con tan precioso hallazgo el moro se reanima y muy próximo a la cueva edifica un monasterio que denominó «el Corpus Christi», porque en día de esta solemnísima festividad se había realizado el milagroso hecho.

Lugar del Convento de Viarce

Lugar del Convento de Viarce

        El convento fundado por Juan de la Peña formó parte de la orden franciscana y estaba dotado de muy valiosas reliquias. En él vivió y murió santamente su fundador. La Virgen de Viarce obró muy frecuentes y portentosos milagros y los religiosos que se sucedieron en el dominio y posesión del convento del «Corpus»  vivieron felices durante un período de más de cien lustros, hasta que el año treinta y cinco del pasado siglo fueron, por medios violentos, suprimidas las órdenes religiosas. Los frailes abandonaron con sentimiento su santa morada, y años más tarde aquel preciado rincón se convertiría en pasmosa soledad y en desastrosa ruina.

         En el año treinta y seis, y poco después de expulsados los frailes de aquella santa mansión, fue en el mes de enero trasladada, con inusitada pompa y religioso fervor, la venerada Inmaculada Virgen María, a la iglesia parroquial de Redondo de Arriba. Algún tiempo después se hizo el traslado del retablo de más estima y valor que en el Convento existía. La Capilla se dedicó a Camposanto, pero cuando la destrucción total del edificio fue un hecho, la inhumación de los cadáveres hubo que practicarse en lugar más seguro y adecuado.

         Así termina el precioso romance de la «Virgen de Viarce», haciendo el autor fervientes votos porque el convento, cual nueva ave fenix, resurja de sus cenizas, y lo que es hoy desolada ruina se convierta pronto en nuevo y próspero edificio destinado a dar culto a la milagrosa imagen de la Inmaculada Virgen María.

Procesión de la Virgen de Viarce

Procesión de la Virgen de Viarce

        Es la Salve que las mozas de Redondo cantan en el mes de las flores a «Nuestra Señora de Viarce» una fervorosa y ardiente plegaria tan bien escrita como admirablemente sentida: sus estrofas revelan en el autor un amor extraordinario y sin límites a la Reina de Ángeles y Santos.

         Y aquí termina mi humildísimo trabajo que juzgo, no sin razón, muy pequeño para ensalzar las virtudes de nuestro inolvidable paisano. He creído, no obstante, un deber el dar a conocer a nuestros habituales lectores esta por muchos ignorada fase del sabio catedrático, profundo pensador y serio político, no dudando que por algunos ha de ser acogida con agrado, y por eso me lancé a tan atrevida empresa.

         Pueblo, país, estado o nación que sabe honrar la memoria de sus ilustres hijos, se honra a sí propio. ¡Ojalá que estas líneas sirvan para que plumas más autorizadas que la mía canten las glorias de otros muchos paisanos que nos legaron al acaecer su defunción un hombre honrado y glorioso en la cátedra, en la ciencia, en la política, en las letras y en el episcopado!

         Que de todo tenemos afortunadamente en nuestra querida y bendita tierruca.

******

Read Full Post »

EL ÁGUILA

Año I – Núm. 19, Aguilar de Campoo, 10 de noviembre de 1914.

Autor: Jesús Polanco

 

Marcos Gutiérrez

____

 El Castillo de Aguilar

 

Elogio al valeroso, al heroico defensor del castillo de Aguilar, el aguilarense Marcos Gutiérrez de Benavente, que se hace en un curiosísimo manuscrito del siglo XV que se custodia en la sección correspondiente de la Biblioteca Nacional de Madrid.

***

Esther Fuente Ruiz

Esther Fuente Ruiz

Es preciso que busquemos el espíritu de Castilla y no nos demos un punto de reposo hasta encontrarle.

Tal ha dicho recientemente, en solemne fiesta literaria, uno de los intelectuales castellanos que más asiduamente laboran por resucitar el genio de nuestra raza, ese genio castellano que rebasó su patria, dio vida a España entera y se desbordó después por Europa y América: parece ser que nos vamos ya dando cuenta de que anda desde entonces perdido y de la necesidad de reencontrarle para poblar con el genio de la raza madre la casa vacía de donde saliera para llenar el mundo…

En su busca ando ya precisamente con esta menguada empresa de resucitar cosas viejas que traigo entre manos en este y en otros periódicos de la región, aunque no soy de los que creen que cualquier tiempo pasado fue mejor ni niego a los presentes ninguno de sus evidentes progresos en todos los órdenes de la humana actividad, ahora mismo al observar el hermoso espectáculo de los sabios maestros del mundo, que sobre las ideas han puesto sus banderas nacionales y emplean la ciencia en defensa de la justicia de sus causas,

El Ilustrador de Sonrisas

                                    El Ilustrador de Sonrisas

mientras nuestros pseudo-talentos desdeñan todo lo patriótico y desviven por las corrientes extranjerizantes vuelvo la vista con mayor deleite que nunca hacia aquellos varones castellanos de los siglos pretéritos que imponiéndose a todos los pueblos y reinos de la península ibérica fueron el eje de la nacionalidad española.

Si queremos que resurja el espíritu castellano, ha dicho un escritor coterráneo nuestro, y representante en la vida española contemporánea todo lo que debe representar debemos hablar mucho de todas aquellas cosas sutiles y espirituales que puedan llevarnos a la formación del sentimiento regional de que carecemos los castellanos exaltando, entre otros medios, los estudios históricos de la región.

Esther Fuente Ruiz

Esther Fuente Ruiz

Aunque en esfera más modesta y más circunscripta, esa y no otra es la orientación de todos mis trabajos en este periódico y lerdo será quien no haya visto como finalidad primordial de ellas un anhelo perseverante de remunerar hechos y costumbres de aquellos tiempos donde justamente tomó encarnación ese genio castellano que tan sabiamente ha cantado no ha muchos días el señor Royo Villanova al inaugurar el curso del Ateneo Vallisoletano.

Pueblo de héroes fue el pueblo de Castilla; pueblo de grandes y nobles ideales vinculados siempre en el engrandecimiento del solar patrio y por historias y romances andan los nombres de algunos de aquellos espíritus férreamente disciplinados en el imperio del deber; viven, no obstante, la mayoría de ellos soterrados por la ignorancia y juzgo que será tarea meritoria el resucitar sus memorias para que puedan servir de enseñanza y de ejemplo a estas generaciones de hoy.

Y así como he ido haciendo en números anteriores con los más preclaros varones de la ilustre casa de los Manriques, quiero rendir hoy la debida preferencia sobre todos ellos al noble, al valeroso, al heroico defensor del castillo de Aguilar, Marcos Gutiérrez de Benavente, transcribiendo íntegro a continuación el elogio que de esa gloria aguilarense se hace en un curiosísimo manuscrito del siglo XV que se custodia en la sección correspondiente de la Biblioteca Nacional de Madrid y que dice textualmente así:

«Muchos grandes caballeros han en los anales de España cuyos hechos son de inmortal memoria especialmente un Marcos Gutiérrez: tenía el castillo de Aguilar por

Mari Luz García Aparicio

Mari Luz García Aparicio

Don Diego López de Haro: teníalo cercado el Rey Don Alfonso de León y tanto se defendió Marcos Gutiérrez que faltando el mantenimiento comían los cueros e zapatos e ratones e yerbas; murieron todos salvo el Marcos Gutiérrez y ya que moría de hambre tomó las llaves al cuello y tumbóse a la puerta del castillo do cayó desmayado. Como combatiesen el castillo y no se defendiesen dentro, escaláronle y le hallaron sin ningún sentido: lleváronle ansí en brazos; con dolor le veían morir siendo tal caballero. El rey hízole curar e tornó en sí e quería hacerle mercedes mas él no las quiso e fuese a su señor a moros do estaba huído; fue por entre cristianos y moros nombrado el esfuerzo y fidelidad deste caballero. Don Diego olgó mucho con él: un día loábanle a Don Diego su lealtad e respondió leal fue, más querría yo mi castillo. Marcos Gutiérrez salióse solo y vínose al Rey de León e púsose entre los perros (sic) mal vestido; como fue conocido dijéronlo al Rey. El Rey invió por él y dijo, sepa Su Señoría que por yo ser leal me ha denostado Don Diego; no quieras tú Magnífico Rey pues sabes lo que yo hice que así muera como anda. Tórname el castillo do muera de hambre: el piadoso y bien honrado Rey luego mandó que le dieran el castillo e Marcos Gutiérrez envió a Don Diego que viniese a tomar el castillo: Don Diego afrentado alzóle el omenaje e mandó volver el castillo al Rey. Mucho acertara el francés Casaneo en poner este famoso e leal castellano en su catálogo Glorie Mundi

Bien merece el héroe de tal temple que su lealtad quede registrada en estas crónicas: los lectores aguilarenses dirán ahora en la forma, manera y ocasión que más les acomode si homenaje tan humilde como este mío personal es bastante para dejar perpetuada entre nosotros la gloria de Marcos Gutiérrez de Benavente.

Read Full Post »

Older Posts »