EL ÁGUILA
Posted in Aguilar de Campoo, Anuncios antiguos on 21 febrero, 2017|
Posted in Aguilar de Campoo, Ecos de sociedad on 8 febrero, 2017|
EL ÁGUILA, junio de 1914.
“De fiestas”
Las fiestas de Cenera celebradas los días 31 de mayo y 1.º de junio del corriente, se vieron muy concurridas por el elemento joven de los inmediatos pueblos, divirtiéndose cuanto quisieron con los medios que para ello les proporcionaron los vecinos del simpático pueblo.
La función celebrada aquí en los mismos días en el barrio del Pozo va decayendo de un modo lamentable, pero aún así se solazaron lo suficiente los aficionados a estas diversiones.
La función de la Santísima Trinidad, celebrada en la calle de Matías Barrio y Mier, antes Portazgo, resultó en extremo animada. Los populares dulzaineros Jacinto y Modesto, de Osorno, ejecutaron las más selectas composiciones de su extenso repertorio, mientras con febril entusiasmo se entregaban a su distracción favorita los aficionados al baile.
Con motivo de esta fiesta vimos por esta villa numerosos forasteros, cuyos nombres no pudo retener mi memoria.
El Niño de la Estaca
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Posted in Aguilar de Campoo, Galería fotográfica on 28 diciembre, 2016|
Posted in Aguilar de Campoo, El Águila on 20 diciembre, 2016|
EL ÁGUILA
Año I – Núm. 19, Aguilar de Campoo, 10 de noviembre de 1914.
Autor: Jesús Polanco
Marcos Gutiérrez
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El Castillo de Aguilar
Elogio al valeroso, al heroico defensor del castillo de Aguilar, el aguilarense Marcos Gutiérrez de Benavente, que se hace en un curiosísimo manuscrito del siglo XV que se custodia en la sección correspondiente de la Biblioteca Nacional de Madrid.
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Es preciso que busquemos el espíritu de Castilla y no nos demos un punto de reposo hasta encontrarle.
Tal ha dicho recientemente, en solemne fiesta literaria, uno de los intelectuales castellanos que más asiduamente laboran por resucitar el genio de nuestra raza, ese genio castellano que rebasó su patria, dio vida a España entera y se desbordó después por Europa y América: parece ser que nos vamos ya dando cuenta de que anda desde entonces perdido y de la necesidad de reencontrarle para poblar con el genio de la raza madre la casa vacía de donde saliera para llenar el mundo…
En su busca ando ya precisamente con esta menguada empresa de resucitar cosas viejas que traigo entre manos en este y en otros periódicos de la región, aunque no soy de los que creen que cualquier tiempo pasado fue mejor ni niego a los presentes ninguno de sus evidentes progresos en todos los órdenes de la humana actividad, ahora mismo al observar el hermoso espectáculo de los sabios maestros del mundo, que sobre las ideas han puesto sus banderas nacionales y emplean la ciencia en defensa de la justicia de sus causas,
mientras nuestros pseudo-talentos desdeñan todo lo patriótico y desviven por las corrientes extranjerizantes vuelvo la vista con mayor deleite que nunca hacia aquellos varones castellanos de los siglos pretéritos que imponiéndose a todos los pueblos y reinos de la península ibérica fueron el eje de la nacionalidad española.
Si queremos que resurja el espíritu castellano, ha dicho un escritor coterráneo nuestro, y representante en la vida española contemporánea todo lo que debe representar debemos hablar mucho de todas aquellas cosas sutiles y espirituales que puedan llevarnos a la formación del sentimiento regional de que carecemos los castellanos exaltando, entre otros medios, los estudios históricos de la región.
Aunque en esfera más modesta y más circunscripta, esa y no otra es la orientación de todos mis trabajos en este periódico y lerdo será quien no haya visto como finalidad primordial de ellas un anhelo perseverante de remunerar hechos y costumbres de aquellos tiempos donde justamente tomó encarnación ese genio castellano que tan sabiamente ha cantado no ha muchos días el señor Royo Villanova al inaugurar el curso del Ateneo Vallisoletano.
Pueblo de héroes fue el pueblo de Castilla; pueblo de grandes y nobles ideales vinculados siempre en el engrandecimiento del solar patrio y por historias y romances andan los nombres de algunos de aquellos espíritus férreamente disciplinados en el imperio del deber; viven, no obstante, la mayoría de ellos soterrados por la ignorancia y juzgo que será tarea meritoria el resucitar sus memorias para que puedan servir de enseñanza y de ejemplo a estas generaciones de hoy.
Y así como he ido haciendo en números anteriores con los más preclaros varones de la ilustre casa de los Manriques, quiero rendir hoy la debida preferencia sobre todos ellos al noble, al valeroso, al heroico defensor del castillo de Aguilar, Marcos Gutiérrez de Benavente, transcribiendo íntegro a continuación el elogio que de esa gloria aguilarense se hace en un curiosísimo manuscrito del siglo XV que se custodia en la sección correspondiente de la Biblioteca Nacional de Madrid y que dice textualmente así:
«Muchos grandes caballeros han en los anales de España cuyos hechos son de inmortal memoria especialmente un Marcos Gutiérrez: tenía el castillo de Aguilar por
Don Diego López de Haro: teníalo cercado el Rey Don Alfonso de León y tanto se defendió Marcos Gutiérrez que faltando el mantenimiento comían los cueros e zapatos e ratones e yerbas; murieron todos salvo el Marcos Gutiérrez y ya que moría de hambre tomó las llaves al cuello y tumbóse a la puerta del castillo do cayó desmayado. Como combatiesen el castillo y no se defendiesen dentro, escaláronle y le hallaron sin ningún sentido: lleváronle ansí en brazos; con dolor le veían morir siendo tal caballero. El rey hízole curar e tornó en sí e quería hacerle mercedes mas él no las quiso e fuese a su señor a moros do estaba huído; fue por entre cristianos y moros nombrado el esfuerzo y fidelidad deste caballero. Don Diego olgó mucho con él: un día loábanle a Don Diego su lealtad e respondió leal fue, más querría yo mi castillo. Marcos Gutiérrez salióse solo y vínose al Rey de León e púsose entre los perros (sic) mal vestido; como fue conocido dijéronlo al Rey. El Rey invió por él y dijo, sepa Su Señoría que por yo ser leal me ha denostado Don Diego; no quieras tú Magnífico Rey pues sabes lo que yo hice que así muera como anda. Tórname el castillo do muera de hambre: el piadoso y bien honrado Rey luego mandó que le dieran el castillo e Marcos Gutiérrez envió a Don Diego que viniese a tomar el castillo: Don Diego afrentado alzóle el omenaje e mandó volver el castillo al Rey. Mucho acertara el francés Casaneo en poner este famoso e leal castellano en su catálogo Glorie Mundi.»
Bien merece el héroe de tal temple que su lealtad quede registrada en estas crónicas: los lectores aguilarenses dirán ahora en la forma, manera y ocasión que más les acomode si homenaje tan humilde como este mío personal es bastante para dejar perpetuada entre nosotros la gloria de Marcos Gutiérrez de Benavente.
Posted in Aguilar de Campoo, El Águila on 6 diciembre, 2016|
Año II – Núm. 28
Aguilar de Campóo, 10 de febrero de 1915.
Autor: Jesús Polanco
Turismo Regional
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Bernardo del Carpio
Quiere la ingenua pluma del señor Bravo del Barrio que los amantes de Aguilar sostengamos pública y privadamente que Bernardo del Carpio fue Rey aunque fuera por poco tiempo y que yace sepultado en la gruta que hoy todos conocemos en la falda de Peñalonga o risco de la Abadía.
Por amante de Aguilar me tengo con muy añejas aficiones y además haría la historia y no me atrevo, sin embargo, a secundar sin algunos distingos las rotundas aseveraciones que quedan transcritas y subrayadas más arriba.
Ya sé yo que el Arzobispo D. Rodrigo, el Obispo D. Lucas de Tuy y el Rey Sabio en sus crónicas e historia general se ocupan muy por extenso de las proezas y hechos de armas de este legendario personaje y que refieren cómo teniendo el Rey D. Alfonso el Casto una hermana llamada doña Jimena hubo de casarse ésta secretamente con el conde D. Sancho de Saldaña de quien nació al poco tiempo el invencible y nunca vencido caballero con tan grande enojo de Rey, afirman que tomando preso al Conde lo metió en el castillo de Luna muy aherrojado, donde le tuvo en cárcel perpetua hasta que murió, forzando también a la Infanta su hermana a que se metiese en religión y criando después no obstante a Bernardo con gran regalo como a propio hijo el cual salió muy grande caballero en gentil disposición y hermosura, en fuerzas y destreza y en consejo y en esfuerzo, así que aventajaba mucho sobre todos nuestros españoles.
Se extienden seguidamente estos historiadores en contar muy a la larga, y hasta con prolijidad de pormenores en muchos hechos, las romancescas hazañas del hijo del infortunado D. Sancho, y luego de narrar la prisión de éste por los Condes D. Arias Godo y D. Tibalte prosiguen con la relación de la batalla de Roncesvalles y de las quiméricas empresas de Bernardo refiriendo cómo después de esta derrota memorable dos de sus parientes llamados Velasco Meléndez y Urraca Sánchez le dieron noticia de la prisión de su padre, de la cual prisión nada sabía Bernardo tomando, dicen las crónicas, grande pesar con la triste nueva y pidiendo al Rey la libertad de su padre: recibió el Rey con grande enojo las justas demandas y las viriles protestas del amor filial; mas era tal el afecto que como si fuera su verdadero hijo le tenía, que retuvo a Bernardo a su lado y se sirvió de él en dos batallas sobre Benavente y Zamora y en otras dos jornadas contra los moros cerca del río Duero y sus comarcas en que fueron los moros vencidos y destrozados, mostrándose en todos estos hechos muy grande el esfuerzo de Bernardo del Carpio así como también en la jornada que el mismo Rey D. Alfonso hizo contra don Bueso en Ocejo de nuestro vecino lugar de Villarén, y en la cual Bernardo mató por su mano al supuesto caballero francés D. Bueso. Dícese que en todas esas victorias pedía siempre Bernardo la libertad de su padre y que concediéndosela siempre el Rey con la alegría del vencimiento, negábasela después con dilaciones dando así motivo a que el despechado Bernardo juntara buen número de caballeros y haciendo guerra al Rey se metiera por tierras de León destruyendo y talando lugares y fortalezas, pasando también a las de Salamanca donde fortificó su castillo del Carpio para hacer desde él guerra muy cruda al Monarca su tío.
Tal es, en muy abreviada síntesis, lo que los citados historiadores relatan de nuestro caballero D. Bernardo y puede, pues, admitirse como cosa cierta que Bernardo del Carpio fue así nacido y criado y salió un valeroso caballero y fue muy señalado en las armas.
Los contradictores modernos, tal vez los mismos que mostraron análogo tesón en negar la personalidad del otro héroe castellano, el Cid Campeador, y quisieron más tarde cerrar con cien candados sus cenizas venerandas, argumentando con el silencio que los cronistas contemporáneos guardan del nacimiento, vida y hechos de Bernardo del Carpio y con las contradicciones y anacronismos que se notan en su historia, han querido deducir, y alguno lo afirma rotundamente, que nuestro personaje sólo vivió en el romance, en la tradición y en la leyenda.
Véase ahora, como respuesta a ese argumento del silencio, quiénes eran aquellos cronistas: el Obispo D. Sebastián de Salamanca, o según otros el mismo Rey don Alfonso el Casto, interesado en extinguir la memoria si sepultó viva la infamia; el Albendense Vigila y Sampiro de Astorga, que escribieron en tiempo de los hijos o nietos del mismo Rey, también interesados en el silencio; el monje de Silos de quien sólo quedan retazos y sobre esta época se limita a copiar de Sampiro, y algunos extranjeros a quienes importaba menos hablar si de ello tuvieran noticia que callar a los de la casa. ¡Cuántos otros personajes quedaron entregados al olvido!
Como un Pelayo, por ejemplo, hijo de D. Bermudo el Gotoso que, aun desenterrado por el P. Flórez en una escritura auténtica, se dudó que hubiera existido, y por las Crónicas árabes consta fue embajador de su padre el célebre Almanzor.
De los anacronismos y falsedades históricos así como de otros particulares interesantes queda aún mucho por decir y se dirá en otro día.
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Posted in Aguilar de Campoo, El Águila on 5 diciembre, 2016|
Año I – Núm. 7
Aguilar de Campóo, 10 de julio de 1914.
Autor: Julio Acha
Redactor de El Diario de Cáceres
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Tres aspectos de Aguilar:
El castillo, la escuela, el baile.
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El castillo
Aguilar tiene un notable castillo en ruinas.
Para el forastero que acaba de llegar a este solar palentino de rancia estirpe castellana, esas ruinas son todo un símbolo: la fortedumbre vencida por el tiempo.
Este noble castillo está enclavado en un risco eminente; bajo su vetustez se ampara un pueblo trabajador, un pueblo, que al dirigir su vista a lo azul del cielo, descansa en la reliquia de sus abuelos y piensa en que ellos fueron conquistadores de temple, dominadores de una raza en rebeldía.
El castillo ha sido testigo de grandezas pasadas y puede ser un estímulo de glorias futuras.
Aguilar tiene un venerable castillo en ruinas: él es como el espíritu del pueblo, le ampara con su manto protector, le defiende con cariño de viejo y lo anima para lo porvenir.
La escuela
Aguilar tiene un edificio hermoso para escuelas.
Su Ayuntamiento se ha percatado sin duda de la importancia grande que para el progreso de un pueblo supone la buena instrucción de los pequeñuelos y para ello no omite sacrificio.
Estas escuelas, en cuya fachada se loan el trabajo y la esperanza, dan una excelente idea de los hombres que administran los intereses populares.
En sus salones amplios los muchachos aprenden a ser hombres, a ser ciudadanos dignos y conscientes.
Aguilar tiene un excelente grupo escolar, él es ejemplo vivo de cultura, sus aulas tutelares recogen los latidos de muchos corazones infantiles, y él es como un corazón grande y vigoroso que late a compás de los anhelos de su pueblo.
El baile
Aguilar tiene un salón de baile casi magnífico.
Cuando llegamos a él nos reciben los acordes de un organillo que entona un bailable popular.
La juventud aguilarense busca en este sitio de esparcimiento dominical un agradable oasis en la labor de una semana entera, y las almas mozas, rindiendo culto a Terpsícore, saben divertirse y recrearse en la belleza de sus muchachas.
Aguilar tiene un amplio salón de baile, un salón que es como el alma de la juventud, un salón donde el organillo deja oír el bullicio de unos pasodobles, la languidez de unas habaneras y la alegría de unas jotas.
Para el cronista que a vuela pluma escribe sus impresiones de extraño, el castillo, la escuela y el baile son tres aspectos típicos del pueblo que visita; son la leyenda, la verdad y el amor que se abren paso para recibirle con caricias dulcísimas, con halagos inolvidables, con promesas venturosas…
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Posted in Aguilar de Campoo, Música on 30 noviembre, 2016|
Aguilar de Campoo
El organista de la Colegiata de “San Miguel Arcángel”
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Nos cuenta nuestro vecino y músico Óscar Pascasio Monzón que “Un día como hoy (30 de noviembre) hace 20 años, fallecía mi abuelo José María Monzón, una de las primeras personas que inició el movimiento musical en Aguilar de Campoo. Seguramente sin su influencia yo no hubiera sido músico”.
El nieto, Óscar, tuvo la fortuna de tener como maestro musical a su propio abuelo. ¡Y muy bien que aprendió el sublime arte! Pero también los vecinos de Aguilar fuimos afortunados al deleitarnos en numerosas ocasiones escuchan- do sus magistrales interpretaciones de obras diversas de música religiosa al órgano, solo o con acompañamiento del Coro Peña Aguilón, en un escenario tan imponente como el de la Colegiata de San Miguel Arcángel.
¡Gracias José María!
Valga como homenaje al organista que fue de la Colegiata, José María Monzón, en este día en el que los familiares y los vecinos de Aguilar le recordamos con afecto, el siguiente fragmento musical de J. S. Bach, genial músico con el que sin duda comparte ya la música celestial por toda la eternidad.
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