Aguilar de Campóo, 20 de junio de 1914.
Autor: A. B.
Sobre la reaparición de EL ÁGUILA
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Una opinión
Hace días fuimos agradablemente sorprendidos con la visita del primer número de EL ÁGUILA en su tercera época de publicación. En aquel momento pensamos escribir unas cuartillas y exteriorizar en ellas las impresiones de esta simpática visita, pero también pensamos sinceramente que tan modestas aquellas, partiendo de nosotros, en nada pudieran interesar a los lectores de ese decenario.
Hechos posteriores, la publicación del segundo y tercer número, la exposición del programa a seguir, la valía de sus firmas, la seriedad y altruismo que caracteriza sus trabajos, los obstáculos que se oponen al paso de la obra, el recuerdo de que los de hoy serán quizás los benévolos y pacientes lectores de nuestra humilde prosa cuando por segunda vez hizo su aparición EL ÁGUILA en esa querida región, muévenos a volver de nuestro acuerdo para felicitar sin reservas a los autores por la magna obra que han emprendido y a la que es de desear larga vida para que puedan ser realidad los hermosos idealismos reflejados en sus primeros números.
La reaparición de EL ÁGUILA tiene indiscutible valor, no sólo por su significación en relación con los intereses que ha de defender, sino por ser hija de un culto y
simpático gesto de espíritus fuertes y altruistas, que saben cuál es su misión social, huyen del censurable individualismo, tan en boga en este país, e intentan sentar su Haber en el balance social, contribuyendo con su trabajo, con su esfuerzo, con su inteligencia y abnegación, al mejoramiento colectivo y al progreso de su pueblo.
Nace esta vez EL ÁGUILA casi huérfana en cuanto a su sincera confección con pocos elementos de ayuda y sin embargo resulta una creación perfecta en su origen, como forjada al supremo esfuerzo de espíritus férreos y emprendedores.
Asegurar su vida es empresa difícil, necesítanse indispensables factores que contribuyan a su sostenimiento: capital, redactores, abonados, todo esto hay que buscarlo si la obra no ha de venir a tierra apenas haya visto la luz.
Labor ardua, difícil, que ha de verse rodeada con frecuencia de mofas, burlas y chacotas; en la que sus patrocinadores no conseguirán escaparse de alusiones e insidias de los que están a más bajo nivel, aunque no lo crean, ni se verán libres de calificativo que la ingrata sociedad reserva para aquellos cuyos esfuerzos e iniciativas traspasan los límites marcados a los cerebros mediocres.
Empiezan a vencerse los primeros obstáculos hallándose valiosos elementos de ayuda, surgen, con las timideces de noveles, espontáneos periodistas, refléjanse fuentes de verdadera inspiración, inícianse cerebros perfectamente organizados para la faena periodística, y ya en el tercer número, y alrededor de aquel que nació casi huérfano, y, entre gestos de mofa, fórmase un cuadro de redactores que garantizan su vida literaria.
En su aparición y reaparición primera hizo EL ÁGUILA sus períodos de educación, pasó por el crisol de la experiencia, y ahora viene con profundo
conocimiento de su misión y con programa definido.
Estudia las necesidades regionales, defiende los intereses comunes y, huyendo de personalismos, conseguirá abrirse paso y bien pronto será esperada con ansia su llegada a los lugares más apartados de la región y extendiendo su radio de acción, se hará una necesidad para la vida del espíritu en aquellos que, hallándose ausentes, aman a esa pequeña Patria.
Es preciso que Aguilar y su región desmientan en este caso extraordinario a Baroja cuando dice: que la falta principal de los españoles es que no se enteran, que pasan ante las cosas sin ver lo que son o creyendo que no son nada. Hácese indispensable que los aguilarenses, al aparecer por tercera vez su decenario, se distancien de semejante característica étnica, que se den rápida cuenta de lo que el periódico es y significa, apresurándose a contribuir con su grano de arena al sostenimiento y asegurar de este modo su vida económica.
Estamos convencidos de que no todo ha de ser ayuda y protección, es demasiado noble, justo y sincero su programa, para que no sea combatido; esto ha ocurrido según se desprende de los primeros números, viéndose en ello un elocuente síntoma de su valía. Aquí es donde debe tener perfecta aplicación aquel hermoso símil de Renaudot cuando decía: la Prensa se asemeja a los torrentes en que aumenta cuando encuentra resistencia. Sea éste el resultado final de las rastreras campañas que en desprestigio de EL ÁGUILA puedan hacerse.
No dudamos que existirán almas fuertes y templadas, dispuestas a imponerse sacrificios para que EL ÁGUILA sea loque debe ser, no lo que algunos quisieran que fuese, para que sea lo que es, la bandera de la paz y de la cultura, no el porta-estropajo de intrigas y maldades.
El de hoy ha de ser siempre su lema y de él no podrá desviarse. Este caso llegado se impone su inmediata desaparición, su muerte. Ser o no ser, este será su
dilema, y EL ÁGUILA debe ser y con apoyo de elementos sanos y sin zancadillas de nadie hará una labor amplia, plausible y fecunda: pues cuenta con basto y apropiado campo de acción.
Aquella velará por los intereses de la Región y ésta debe hacerla su hija adoptiva, dándole carta de naturaleza, ya que desgraciadamente a sus hermanas mayores apenas les dio cédula de transeúnte.
EL ÁGUILA, agradecida a esta hospitalidad, llevará albores de cultura a las aldeas de la comarca y con esto dará pan a los pobres de espíritu, que por serlo, con frecuencia, lo son de cuerpo también.
Hace falta desperezar a estos pueblos, que pueblos dormidos son pueblos muertos, hay que sacarlos de su apatía, porque esta es la fórmula práctica de la ignorancia y con la cultura se contrarrestan los desastrosos efectos de esas enfermedades sociales.
Siga EL ÁGUILA por el camino iniciado en sus primeros números y si al fin de la jornada, después de ímprobos trabajos, no obtienen beneficios materiales, cuya ambición es obra natural del egoísmo, que no siente, desde luego, el noble corazón de sus patrocinadores, les quedará a éstos el mayor premio de todos: la satisfacción del deber cumplido.
Felicitamos cordialmente a los queridos amigos que forman el cuadro de redacción y deseámosles éxito completo en su plausible empresa.
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